sábado, 3 de diciembre de 2011

"¿No queríais caldo? Pues toma dos tazas"


No sé porqué no me sorprende nada de lo anunciado ayer por la presidenta regional, la señora Cospedal en cuanto a los recortes. Tal vez sea por lo esperado o previsible del asunto. O tal vez sea porque son conservadores a ultranza y defienden su ideario a capa y espada. Lo que han hecho ha sido enseñar la patita. Esto es sólo un avance de lo que vendrá cuando tome posesión del nuevo gobierno nacional, el señor Rajoy. Me ha producido urticaria todo pero especialmente dos conceptos: lo de la ampliación de la educación concertada y la privatización de la gestión sanitaria. Quisiera centrarme en el tema de la sanidad. La noticia de la “gestión público-privada” de 4 hospitales castellano-manchegos por considerarlos inviables, es muy seria.


Enmascaran la privatización de la sanidad bajo el eufemismo de la “gestión público-privada” de hospitales. ¿Cómo se puede considerar inviable un hospital? Me parece obsceno y cuanto menos horripilante considerar inviable un hospital. Todo hospital es viable siempre desde el mismo momento en que se atienden a personas, se curan enfermedades, males y dolores, no sólo físicos sino también espirituales. No se puede aplicar un frío balance de situación o una cuenta de resultados a las enfermedades de la gente, a la sanidad universal. ¿Cómo se puede ser tan obsceno de gestionar como una empresa privada que busca un rendimiento económico, un lucro económico, un servicio público como la sanidad, que es un derecho universal y gratuito como así lo establece nuestra Constitución en su artículo 43 y la Ley General de Sanidad de 1986?

Pues muy sencillo. Porque la concepción que la derecha tiene de la sanidad, y por extensión también de la educación y los servicios sociales públicos, es una concepción darwinista pura de selección natural y de lucha por la vida. Es decir, en este mundo sobreviven las especies mejor adaptadas al medio en detrimento de las que no han logrado una adaptación tan completa. Traducido al román paladino, si quieres sanidad y educación te la pagas tú porque cuesta mucho y el Estado no está para sufragarte estos servicios. Aquí el que tenga posibles es el que triunfa, es el que sobrevive y puede pagarse la sanidad o los estudios y los demás a la beneficiencia, a la falsa caridad. Es su modelo económico y lo que están haciendo es ponerlo en práctica. No nos debe extrañar. Ejemplos: la comunidad de Madrid ó la Comunidad Valenciana (hospital de Alzira).

Estamos ante dos conceptos totalmente distintos de la política. Una concepción social e intervencionista representada por la izquierda. Y un concepto liberal y conservador que defiende la derecha de este país partidario de la no intervención del Estado en la política y en la actividad económica, preocupado por el déficit y partidario en definitiva del desmantelamiento de los servicios públicos esenciales por considerarlos deficitarios económicamente. ¿Quién dice que ya no existe diferencia entre izquierda y derecha?

Pero, no nos engañemos. Si fuéramos egoístas diríamos que esto es lo que el pueblo ha decidido soberanamente en las elecciones. Y si no te gusta, ajo y agua. Pero nosotros hemos defendido siempre la universalización de los servicios públicos esenciales porque eso hace más igual al ser humano. Y ahora más que nunca cobra vigencia y actualidad el lema socialista de campaña de pelear por lo que quieres, pelear por conservar lo que tanto han luchado los gobiernos socialistas de este país por conseguir la universalización de servicios como la sanidad o la educación.

Si Ernest Lluch, artífice de la Ley General de Sanidad de 1986, levantara la cabeza…

En 1961, Luis García Berlanga rodó una de las mejores películas del cine español de la historia: Plácido. Recomiendo su revisión y más en estas fechas navideñas. Es una obra de arte que retrata, en pleno franquismo (aquí se la metieron a la censura que no entendió de qué iba el tema), el fariseísmo y la falsa caridad de una sociedad bajo el lema “siente un pobre a su mesa”. Hay muchas cosas de esta película que 50 años más tarde son perfectamente trasladables a esta sociedad del siglo XXI. Hay comportamientos y cosas que nunca cambian. Al final de la película se canta esta coplilla: “Madre, en la puerta hay un niño más hermoso que el sol bello. Pues dile que entre, se calentará, puesto que en este mundo no hay caridad, ni nunca la ha habido ni nunca la habrá…”

Diego Moraleda Jiménez
Secretario General

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